Buenas querid@s amig@s,
Se que os tenía un poco olvidad@s pero no siempre es fácil
encontrar el momento para plasmar con palabras sensaciones y no
siempre uno esta preparado para hacerlo. Hace unos días me hice un
poco más mayor y es que he cumplido ya los 31. Cumplir años siempre
es un poco extraño como todo en la vida no deja ser una dualidad
pues es algo maravilloso pero también nos hace plantearnos tantas y
tantas cosas. Pero lo que esta claro es que significa que seguimos
teniendo entre nuestros dedos el mejor regalo que nadie nos puede
hacer, ese que a mi me hizo el ser más maravilloso que jamás he
conocido, mi madre. Ella fue la que me regaló la vida sabiendo que
eso significaría entregarme parte de la suya porque la vida de una
madre nunca vuelve a ser lo mismo después de dar a luz porque su
vida pasa a estar divida pues no es completa sin el ser que ha
llevado en su vientre. Un hijo, en este caso yo, nunca tendrás
suficientes palabras en el vocabulario de ninguna lengua del mundo
para dar las gracias al ser que le hizo tan inmenso regalo. Y es que
no hay palabra más especial en el diccionario que la palabra “madre”
y que me perdonen los padres el mío también porque lo adoro por
encima de todo también.
De aquel 17 de enero de
1982 a las 23:45 horas han pasado ya 31 años de vida y la vida no es
más que el paso del tiempo es algo vacío en si mismo que vamos
llenando con nuestros pasos de experiencias, sensaciones, alegrías,
tristezas, buenos momentos,... Por que al igual que pasa el tiempo ya
llevo 31 inviernos y también 31 primaveras. Y es que así es la vida
hay momentos para todo. Durante estos 31 años ha habido momentos en
los que he sentido el frío calar por mis huesos, he visto la
oscuridad propia del invierno, y mis ojos han llorado igual que lo
hacen las nubes grises. El invierno es solitario, triste, apagado, e
invita poco a la alegría. Mi vida ha estado llena de momentos así,
sentirse vacío ante la perdida de un ser querido al igual que vacías
se quedan las plazas al car las frías noches de enero, sentirse
desnudo al ver partir un amor igual que se quedan los arboles en la
época más gélida del año,sentí la necesidad el recogimiento, de
encontrarse a uno mismo al igual que uno se acurruca en el lecho bajo
la calidez de una manta. Pero el invierno es más fácil de llevar
cuando sientes algo de calor, el calor de una familia que te arropa,
de unos amigos que te quieren y aprecian, ese mismo calor que da una
chimenea en medio del salón y que hace más confortables la tristes
noches invernales.
Pero la vida también
esta llena de primaveras, estaciones alegres llenas de vida. El
nacimiento de nuevos proyectos al igual que emergen los primeros
rayos del sol primaveral que nos ayudan a seguir caminando con un
rumbo lleno de nuevos sueños que alcanzar, yo siempre he perseguido
los mio y algunos hoy en día son una realidad. También es en esta
estación cuando floren con fuerza de nuevo las más bellas flores y
pintan todo de color, al igual que en la vida florecen nuevos amores
que llenan el alma de los colores del arco iris. Y que sería de la
vida sin sus sonidos, el cantar de las aves celebrando que el duro
invierno se marchar, al igual que las nuevas melodías que nos tocará
danzar en la vida y el retumbar en la cabeza de unas palabras dichas
por un amigo o ser querido. La primavera invita a la alegría, a
salir a las calles, a disfrutar del mundo que nos rodea, a compartir
con la gente, a vivir. Pero estoy convencido de que nadie puede
valorar más la primavera que aquellos que conocemos el invierno y
sus frías manos. Ambas estaciones se necesitan mutuamente pues la
una sin la otra no sabríamos apreciarlas. En la vida pasa
exactamente lo mismo necesitamos vivir inviernos y primaveras para
poder valorar en su justa media todo aquello que nos acontece en
nuestro caminar. Por eso yo no reniego de ninguna de mis 31
primaveras ni tampoco lo hago de mis 31 inviernos de todos aprendí
algo, de todos intenté experimentar todas las sensaciones que al
abasto de este humilde soñador se pusieron y si hoy soy como soy es
gracias a las dos.
Y que mejor forma de
agradecer el regalo de la vida que viviendola y celebrándola. Así
que la celebración empezó el miércoles por la noche, de ella solo
puedo decir que fue una noche muy especial. Luego vino el jueves y no
había mejor forma de pasar la tarde de mi cumpleaños que con mi
segunda familia, mi gente de Orobroy. Me prepararon una sorpresa y
como ya es habitual me emocionaron, y es que sin ellas saberlo me
ayudaron a recordar quien soy. Me estamparon una camiseta con una
frase que hace tiempo se convierto en el live motive de mi
profesión. Una de esas frases que se te salen un día de inspiración
y que publiqué en facebook. “Un buen profesor no es aquel que
obtiene los mejores resultados, sino aquél que ama aquello que
enseña y consigue que sus alumnos, más allá de los resultados,
amen aquello que aprenden tanto como él...” y es que esa es la
esencia de todo a mi entender tratar de poner siempre el corazón en
todo. No me puedo sentir más orgulloso de pertenecer a algo tan
bonito, ni sentirme más afortunado por haber conseguido ver un sueño
abstracto materializado y poder tocarlo con las yemas de mis dedos.
Y la semana acabó con
una comilona familiar con esos que nunca te fallan que siempre está
ahí cuando los necesitas que siempre te tienden sus mano cuando te
cuesta avanzar o tropiezas. Y es que no necesito nada más tengo los
mejores regalos que uno puedo esperar el día de su cumpleaños,
tengo vida, estoy rodeado de gente a la que quiero y aprecio, tengo
sueños y tengo la mejor familia del mundo. A todos deciros que mi
único deseos es poder seguir celebrando muchos inviernos y muchas
primaveras más con vosotros. Porque hay que conocer el frío para
saber apreciar el calor y la inversa. Y recuerda lo más importante
de todo es tener un grito siempre en corazón incluso en los
inviernos más gélidos: “¡¡¡¡Vive y siente!!!!!”